Otras letras

miércoles, 22 de abril de 2015

EL PRECIO

-Las circunstancias pueden ser un campo minado de trampas difíciles de eludir, en el que se camina sobre el riesgo, hasta que se cae en una de ellas.  Terminé metido en el negocio de la muerte, porque todo tiene consecuencias y una cosa a veces conduce a otra automáticamente.  Siempre hay que pagar un precio, nada en este mundo es gratis, ni siquiera lo que el dinero no puede comprar; el cobro llega tarde o temprano de alguna parte.  Este fue el oficio en el que me enrolaron las coyunturas de la vida, pero yo no soy malo, hombre.

-Usted lo ve así Eusébio, pero andar matando cristianos, sea por dos pesos o miles, es demoníaco.  ¿Acaso carece de remordimientos?  Para qué tiene el escapulario en el tobillo, se da bendiciones y le reza a la Virgen, cuando está viviendo la existencia del condenado.

-¡Ah!, cállese viejo, deje de hablar con voz de santo, no le va tirárselas de gallinazo solapado; la tía me ha contado sus historias.

 -  No me saque los trapos al sol, están secos.  Años hace que me convertí al trabajo honesto.  Mejor piense, porque cualquier día le van a dar de lo mismo que se la pasa repartiendo y va a caer como un trompo, sin tiempo de arrepentirse en los últimos estertores para salvarse del infierno, donde ya compró tenebroso lote con sus actos.

Instantes después fueron interrumpidos.  Un joven bajó de una motocicleta, se acercó a Eusébio, y le hizo tres disparos certeros a quema ropa en el pecho, con el arma que escondía entre la chaqueta.   

El tío murmuró, -No quise ser ave de mal agüero hijo-, pensando que no era con él, pero el matón aún no había terminado su labor.

Patricia Helena Vélez R.
©Todos los derechos reservados.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Se agradecen los comentarios, siempre respetuosos y constructivos.