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Fotografía: ©Patricia Helena Vélez |
Reposa pensativa, oscura está la noche,
perdidas en la bruma se hayan las estrellas y es fría la ventisca que entra por
la ventana. Profunda es la nostalgia. Tiene la pena como una daga clavada en el
alma y en sus ojos hay un brillo de contenidas lágrimas. Debe cruzar el puente
que le tiende el tiempo para alcanzar el olvido y abrazar la vida diaria. Los
tres pequeños duermen y la gata la acompaña. Se levanta de la silla con la
intención de irse a la cama solitaria, a buscar en el umbral de los sueños la
esperanza; Merlina salta y suena el timbre de la casa. A esa hora, una visita
le parece extraña. Va hacía la puerta y por el visor mágico ve a su marido
esperando que le abra, cuando seis meses atrás se marchó con su amante sin
decir una palabra. Da la vuelta y se dirige a la cocina a buscar agua.
Patricia Helena Vélez R.
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